Tal cual un atraco pudo hacer sentido este piloto por aceptar el auxilio de un pescador, sin embargo la alegría que le dió conservar un artículo tan valioso podría justificar su exigencia. Por allá por los años 90s después de una de las múltiples misiones de entrenamiento a las que ya estaban acostumbrados, una de las aeronaves Mirage M-5 mientras realizaba la maniobra de aproximación presentó una falla de motor, lo cual lo hizo perder la enorme fuerza de empuje que requieren los aviones de ala delta para mantenerse en el aire.
Como bien sabran, estos aviones no pueden planear, por lo que inmediatamente comenzó a caer. El piloto, un señor Mayor experientado y con bastantes horas de vuelo, realizó las maniobras de reencendido en vuelo y todo lo que sus listas de chequeo de emergencia decian, pero al darse cuenta de que todo era inútil y que el altímetro seguía decendiendo a niveles peligrosos, optó por la decisión más dificil de un comandante que es perder la aeronave.
El piloto apuntó la aeronave hacia el río Magdalena, tratando de evitar cualquier daño a la población civil, y en el último momento cuando ya estaba seguro de esta trayectoria activó su silla de eyección halando la manija que hay sobre la silla. Este mecanismo tarda unos dos segundos en realizar toda la cadena de activación antes de salir disparado, pero en una situación de estas parecian horas porque el avión seguía cayendo con el adentro!! alcanzó a tirar de la manija dos veces más y pensando que no funcionaba se inclinó hacia adelante para halar la otra manija que queda al frente de la silla, en medio de las piernas. No alcanzó a agarrarla cuando puff!! después de un horrendo halonazo atravesó el cristal de la cabina y salió por los aires mientras bajo sus pies el avión se estrellaba contra el agua.
El viento frio refrescaba su rostro y la adrenalina que lo invadía impedía que se desmayara por esta sobregravedad. Aunque era una pérdida terrible para la Fuerza el estaba vivo y esto es más importante que cualquier aeronave, después de todo los objetos materiales son recuperables. Cuando recobró la conciencia se dio cuenta de que su paracaidas lo estaba llevando a la mitad del rio y aunque trató de cambiar el curso fue inevitable. Su cuerpo entero estaba sumergido y el paracaidas que le había salvado la vida, ahora se adheria al agua del rio y no lo dejaba nadar, se estaba ahogando!!
El Mayor luchaba con todas sus fuerzas de mantenerse a flote y agitadamente aspiraba grandes bocanadas de aire mientras manoteaba fuertemente para librarse de la enorme tela del paracaidas y alejarlo de su rostro, pero el agua hacía que se le pegara a los brazos y no se lo podía quitar en esa posición. Estaba exhausto y mientras sus pies luchaban por mantener su cabeza fuera del agua, el paracaidas seguía hundiendolo, la corriente del rio no era muy fuerte pero sabía que si dejaba hundir su cabeza ya no volvería a salir... muchos pensamientos pasaron por su mente, desde su familia que no volvería a ver, hasta las estadísticas de los dias que tardarían en recuperar su cuerpo del rio, y el estado tan terrible en que eran encontrados, mordidos por los peces, era un final muy triste y humillante para un héroe de guerra.
Su vista comenzó a nublarse y justo antes de perder el sentido vió una canoa que se acercaba, seria posible? la esperanza de ser rescatado le devolvió la energía a sus brazos y logró que el paracaidas siguiera su curso a las profundidades del rio, mientras el se sostenía con todas sus fuerzas esperando la lenta y tranquila llegada de su salvador, era un anciano pescador de Puerto Salgar de unos 60 años, con su piel cuarteada por el sol y la mirada gris que dan los años, que remaba hacia él con toda la tranquilidad de un paseo en barca al atardecer, por que no se apresuraba??
- Buenas vecino, se esta ahogando?? - le dijo inocentemente el pezcador.
- SIIIIIIIIII ME ESTOY AHOGANDOOOO!!! gulp - respondió el Mayor entre brazadas desesperadas.
- Y quiere que le ayude? - dice el pezcador con una tranquilidad inexplicable.
- SIIIIIII AYUUDDEEEMEE gulp! POR FAVOR gulp! - alcanzó a decir con los brazos ardiendo del agotamiento.
- Si me regala el paracaidas lo saco de ahí! - le ofreció el humilde pezcador con el mismo acento y ritmo de cuando negocia el pezcado que vende.
- SIIIII SE LO REee OOO glup glup -
No alcanzó a terminar la frase cuando ya estaba debajo del agua y sus brazos simplemente no respondian. Entonces sintió el remo que se acercaba a su pecho y como pudo se aferro a el mientras el delgado pescador de 60 años lo tomó por el cabello y con un brazo lo sacó del agua y dejó su pecho sobre la canoa. El mayor rodó dentro de ella para meter los pies y se quedó atónito, tratando de recuperar el aliento, mientras el pescador enrollaba el paracaidas como si de su nueva atarraya se tratara.
A los pocos minutos llegaron las patrullas de la base para rescatarlo y antes de irse le dio la mano a su salvador, agradeciendole por su ágil respuesta. El pescador solo le sonrió y siguió en su labor, impasible, mientras las lanchas motorizadas se alejaban, feliz por su nueva adquisición...